31 de julio de 2017

NACIÓN DIAGUITA - TERRITORIO PACHAMAMA


Como Pueblo Nación preexistente, en este Tiempo y Espacio Sagrado, revivimos cada uno de nuestros vínculos umbilicales con nuestra Madre Naturaleza, en dialogo y comunicación continua y permanente con el corazón de la montaña, la sabia de la tierra, la naciente de los ríos, la naciente y el poniente del sol, la casa del sol, la luna nueva, luna llena, la casa de la luna, el arko ire, el viento del sur, el viento norte, el trueno, el danzar del suri, el trinar de los pájaros, el retozar de los talkas (guanacos), el florecer de las kupusas y chachakomas, son algunos de nuestros idiomas simbólicos que expresan una filosofía de vida que reafirma nuestro legado ancestral.

La frescura, la humedad, el agua, el alcohol, el yerbiao, el aguardiente mezcla'o con la medicina ancestral, los vegetales, los minerales y animales son nuestra protección donde se lo embebe al yoki, el cuál es un elemento fundamental y representa el urdimbre y la trama inquebrantable de nuestro tejido social e identitario, representa el equilibrio, la dualidad, la reciprocidad, el día y la noche. 

La chicha, la aloja y la ulpada, son los ríos, las vertientes, las lagunas, los ojos de agua, que mojan y fecundan el vientre de nuestro territorio ancestral, aflorando nuestros sembradíos, pastoreos y la biodiversidad que está representada por la koka y las lanas de colores.

Somos parte de un todo, necesitamos armonizar nuestras fuerzas y los saberes ancestrales para abrir el pachacho para renovar nuestro respeto con las fuerzas de la naturaleza, con todo los seres que en ella habitamos y por sobre todas las cosas de forma recíproca, ofreciendo de comer tistinchas, asao, moti de mays kapia, anchi, moti de habas, tostao, chilkan, semillas, algarrobas, chañar, Miel, Patay, compartimos todo lo que cultivamos y cosechamos.

Cada espacio territorial da la fuerza para que germinen las semillas de un nuevo ciclo, donde no tiene que faltar el aventar del viento frío (sur) para que lleve las malas energías y las semillas infértiles, el aventar del viento caliente (viento zonda o norte) para enterrar la semilla, el calor del fuego para encender el aroma de la ruda, el cigarrillo, ajo, romero, jarilla, kosnanckina, kaslanchin, tramontina, yareta, kopatola, espinillo, alukema o contrayerba, cola i león, pluma de cóndor, lana negra, incienso, nido del kenti y moye para saumar los rastrojos, los corrales y las casas para que se vayan las enfermedades, los malos espíritus y las malas energías y que cada elemento retorne con nuevas fuerzas para que fortalezcan el espíritu colectivo para seguir reconstruyendo nuestra identidad e historia, nuestro idioma, restableciendo nuestros territorios, fortaleciendo nuestra institucionalidad legitima de acuerdo a nuestros autogobiernos, ejerciendo el derecho a la libre determinación como herederos de una cultura milenaria, con identidad, cosmovisión y un territorio colectivo que traspasa los límites de los Estados actuales, en contexto cultural, histórico, social, económico y político.

De forma colectiva e intercultural nos convocamos en cada Territorio de nuestra Nación Diaguita, para renovar nuestras fuerzas y energía con cada espacio territorial, en búsqueda de la complementariedad de todos y cada uno de los elementos indivisibles para nuestra continuidad como Pueblo.

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