1 de agosto de 2018

1º de Agosto - NACIÓN DIAGUITA - TERRITORIO PACHAMAMA


NUEVO CICLO  - TIEMPO Y ESPACIO DE CELEBRAR NUESTRO TERRITORIO

De forma colectiva, comunal e intercultural nos convocamos en cada Territorio de la Nación Diaguita a renovar nuestras fuerzas espirituales, a fortalecer nuestra energía con cada espacio territorial en complementariedad con cada uno de los elementos indivisibles que nos interrelacionan a la madre tierra, reafirmando nuestra continuidad como Pueblo Nación preexistente.

En este tiempo y espacio revivimos cada uno de nuestros vínculos umbilicales con el corazón de la montaña, la sabia de la tierra, la naciente de los ríos, la naciente y el poniente del sol, la casa del sol, la luna nueva, las lunas llenas, la casa de la luna, el arko ire, el viento del sur, el viento norte, el trueno, el rayo, el danzar del suri, el trinar de los pájaros, el retozar de los talkas (guanacos), el florecer de las kupusas y chachakomas, son algunos de nuestros idiomas en el territorio que expresan una filosofía de vida que reafirman nuestro legado ancestral.

El agua, el alcohol, el yerbiao, el aguardiente mezcla'o con la medicina ancestral, los vegetales, los minerales y animales, son los elementos vitales para nuestra protección donde se lo embebe al yoki, el cuál representa el urdimbre y la trama inquebrantable de nuestro tejido social, simbolizando el equilibrio, la reciprocidad, el día, la noche, la oscuridad y la luz.

La chicha, la aloja y la ulpada, son los ríos, las vertientes, las lagunas, los ojos de agua, que mojan el vientre fértil de nuestro territorio ancestral, aflorando nuestros sembradíos, pastoreos, protegiendo nuestra  biodiversidad que está representada por la koka y las lanas de colores.

Como Pueblo Nación Diaguita, somos parte de un todo, necesitamos armonizar nuestras energías con los saberes ancestrales para abrir el pachacho, renovando nuestro compromiso con las fuerzas de la naturaleza, con todos los seres que en ella habitamos y por sobre todas las cosas de forma recíproca, ofreciendo el convido de tistinchas, guatia, moti de mays kapia, anchi, moti de habas, tostao, chilkan, semillas, algarrobas, chañar, Miel, Patay, etc. en fin todo lo que cultivamos y cosechamos en cada vuelta de año.

Cada espacio territorial aporta la fuerza para que germinen las semillas de un nuevo ciclo, donde no tiene que faltar el aventar del viento frío (sur) para que se lleve lo infértil, y nos libere de las malas energías que atacan y usurpan  nuestros territorios, el aventar del viento zonda (viento norte) para enterrar y tapar las semillas, el calor del fuego para dar luz a nuestro devenir, encendiendo el aroma de la ruda, el cigarrillo, ajo, romero, jarilla, kosnanckina, kaslanchin, tramontina, yareta, kopatola, espinillo, alukema o contrayerba, cola i león, pluma de cóndor, lana negra, incienso, nido del kenti y moye que nos propiciaran el humo sagrado para sahumar los rastrojos, los corrales y las casas para prevenir las enfermedades y alejar los malos espíritus.

Desde los cuatros vientos cada elemento retornara con nuevas fuerzas para fortalecer el espíritu colectivo y comunal, para continuar reconstruyendo nuestra identidad, nuestra historia, nuestro idioma, restableciendo nuestros territorios, fortaleciendo nuestra institucionalidad legitima de acuerdo a nuestros autogobiernos, ejerciendo el derecho a la libre determinación como herederos de una cultura milenaria, con identidad, espiritualidad, cosmovisión y un territorio colectivo que traspasa los límites de los Estados actuales, en contexto cultural, histórico, social, económico y político.

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