“El Dakar es quizás la competencia emblemática del capitalismo salvaje, porque buscan los ambientes naturales y se movilizan sin importar nada de lo que produzcan en aras de garantizar un espectáculo que deja a la empresa ASO millones de dólares al año, mientras que el saldo para los países por donde pasa es todo pérdida”
POR VEINTITRES
21.01.2016
Por Guillermo Posada
Sin la fama que tuvo en otras épocas, con críticas sobre el daño ambiental que produce y la dura imagen de un piloto detenido tras un accidente de tránsito en Córdoba, la carrera del Dakar cumplió la semana pasada otro año más en Sudamérica. Una edición que confirmó lo que venían advirtiendo proteccionistas y militantes del cuidado del medio ambiente.
Al respecto, el biólogo Raúl Montenegro, en su casa de la periferia de Córdoba capital, insiste con sus denuncias sobre el atropello que significa la carrera para los sitios por donde atraviesa y afirma que “cada muerte que se produce es un atentado contra los derechos humanos”.
Montenegro expresa la suma de voces que se alzan contra el Dakar y recibió a Veintitrés para describir por qué pide que la carrera deje de hacerse en Sudamérica.
“Desde que empezó en África, el rally Dakar fue ese juego de niños ricos que se lanzan a la aventura en lugares inhóspitos donde antes habían pasado las tropas coloniales”, resume.
La carrera nació a mediados de la década del ’70 en África y debió huir del continente ante las amenazas de Al-Qaeda. Y recaló en Argentina, de la mano de la empresa francesa Amaury Sports Organization (ASO), organizadora del evento deportivo.
“El Dakar es quizás la competencia emblemática del capitalismo salvaje, porque buscan los ambientes naturales y se movilizan sin importar nada de lo que produzcan en aras de garantizar un espectáculo que deja a la empresa ASO millones de dólares al año, mientras que el saldo para los países por donde pasa es todo pérdida”, sostiene el biólogo, premio nobel alternativo por la defensa del medio ambiente en 2004.
También está la promoción turística, el principal argumento que año a año utilizan los gobiernos para abrirle las puertas, incluso de los parques naturales. Eso fue lo que sucedió por tercera vez este año en el Parque Nacional salteño Los Cardones, habilitado por las autoridades del directorio de ese organismo, así como por las dependencias de Ambiente de la Nación. Tal fue la magnitud del escándalo que debió salir el rabino Sergio Bergman, ministro de Medio Ambiente, a aclarar que era la última vez que sucedía y que fue fruto de la pesada herencia del ex ministro de Turismo Enrique Meyer. Los guardiaparques agremiados en ATE denunciaron la situación y establecieron un sistema de control para que los autos disminuyan la velocidad en el recorrido por esa zona.
Montenegro dice que la caravana de más de 1.000 vehículos –entre los que corren y los equipos de apoyo– son una “máquina trituradora”. “No hay diferencia entre los tramos de competencia y los de enlace, afecta por donde pasa. En las partes donde la carrera es a campo abierto son grandes franjas de cientos de metros de ancho donde los vehículos traccionan removiendo los suelos, afectando yacimientos arqueológicos y paleontológicos, generando ruidos ensordecedores que agreden la fauna, en definitiva, impactando en lugares de un delicado equilibrio biológico”, sostiene.
Desde el año pasado, Montenegro logró por medio de un amparo que la justicia federal obligue al gobierno de Córdoba a publicar con anticipación el recorrido de la carrera en la provincia, porque anteriormente la ruta era secreta y ASO sólo la daba a conocer el mismo día que se realizaba.
De hecho, agrega, la fundación que preside fue la primera que difundió esa ruta en diciembre pasado, ya que tanto el gobierno como los organizadores estaban retrasados. “Los gobiernos hacen lo que ASO les pide, más teniendo en cuenta que negocia con las administraciones provinciales. Encima el país le paga entre 6 y 10 millones de dólares para que se haga la carrera, ellos le cobran a los distintos gobierno nacionales.”
Costos humanos
Los gastos del Dakar incluyen toda la logística de seguridad que los gobiernos provinciales aportan de manera gratuita. Este año los costos financieros y ambientales también sumaron, como sucedió en ediciones anteriores, los costos humanos: un ciudadano boliviano murió mientras la carrera transcurría por el famoso salar de Uyuni, cerca del límite con Chile; además, un cordobés murió cuando lo chocó de frente uno de los autos de la carrera y que lo impactó después de superar un camión en un lugar donde había doble línea amarilla que prohíbe los traspasos.
La fiscal provincial de feria Eve Flores ordenó la detención del francés Thierry Dezeiraud, quien según la investigación conducía un buggy en la variante Juárez Celman, al norte de la ciudad de Córdoba. Dezeiraud es copiloto del también francés Lionel Baud, en el equipo Mitsubishi Lancer. Precisamente Baud fue quien llevó por delante al boliviano en Uyuni y por eso ambos habían adelantado su vuelta a Córdoba.
En su descargo, el francés adujo que las rutas están en mal estado, por el paso de los camiones.
Desprotegidas
Formalmente, desde el gobierno chileno sostuvieron que los efectos del fenómeno climático del Niño en la región de Atacama los llevó a declinar la participación, pero el diario Uno de Mendoza también destacó que “surgieron muchas críticas desde el Consejo de Monumentos Nacionales y la gran cantidad de dinero que el Ministerio del Deporte otorgaba a ASO cada año”. Se estima que desde 2009 a 2011 el Dakar destruyó 283 sitios arqueológicos en ese país.
Perú también adujo la proximidad de la Tormenta del Niño, pero desde el 2012 el Museo Paleontológico de Lima denuncia los efectos de la carrera en el desierto de Ica. En ese año, la ruta del Dakar pasó por encima de una parte de los famosos jeroglíficos de Nazca.
Todo ello llevó a que el 9 de enero emitieran un comunicado conjunto Colegio de Arqueólogos de Chile, Sociedad Chilena de Arqueología y Asociación de Arqueólogos Profesionales de la República Argentina. Allí sostienen que el Dakar genera, sobre todo en la zona andina, “una severísima alteración del medio ambiente, generando una ‘huella’ de decenas y hasta varias centenas de metros de ancho”.
Los especialistas afirmaron que ante “la naturaleza del problema, así como las contradicciones y la fragilidad de las políticas oficiales en nuestros países, nos conducen a pronunciarnos en contra de la continuación de esta competencia en particular y de otras similares, en general”.
En Uruguay, país que formará parte del recorrido en próximas ediciones, cobrará seis millones el Dakar para ir a ese país el año que viene, según informó el semanario Brecha.
La plata lo es todo, dice Montenegro, y se toman decisiones por dónde será la ruta “sin que existan verdaderos estudios de impacto ambiental. La empresa contrató una consultora que hizo un promedio general del impacto, sin atender a las particularidades de cada zona”