Este evento, que fue expulsado de Europa por contaminar, llegó para quedarse.
El deporte es una de las partes más saludables de las actividades habituales en todo ser humano. Tiene el concepto indispensable de preservar la vida misma, de mejorar la salud y de potenciar sus capacidades, para alcanzar una suerte de podio evolutivo en la especie. Pero cuando hablamos de esta carrera llamada “deporte” por muchos, nos ponemos a pensar si la vida del ser humano está por encima o por debajo de esta feroz competencia.
Si bien es cierto existen los deportes extremos, no menos cierto es que en todos y cada uno hay una reglamentación estricta, en la que preserva la vida de los participantes y de los espectadores; Tristemente en esta modalidad de carrera, que lamentablemente vivimos año a año, podemos lamentar la muerte de participantes, de auxiliares técnicos y de espectadores, que son expuestos directa e indirectamente a la realización de este evento automovilismo.
Antes de que se realizase en Argentina, Bolivia y Chile, el Rally Dakar se disputaba en el continente africano, pariendo de la ciudad de París, transitando por muchas aldeas y tribus afircanas. El resultado catastrófico que pudimos observar fue de más de cincuenta muertes y numerosas denuncias de organizaciones sociales, políticas y ambientalistas, que lograron mediante a cortes internacionales, mostrar el desprestigio de esta competencia en Europa y África, producía a las poblaciones autóctonas de la región, obligando a los organizadores a cambiar el recorrido a otro continente, lamentablemente se lo cambio hacia el nuestro.
Los organizadores pensaron en un país “Bananero” donde llevar su muerte y contaminación, y en lugar de repudiarlos, la sociedad y sus representantes los aplauden con todas sus fuerzas; permitiendo que el avasallamiento cultural prolifere sobre nuestra naturaleza y nuestros animales.
Una de las denuncias con mayor difusión fue la realizada en el 2005 por 24 organizaciones no gubernamentales, ecologistas y sindicales que suscribieron un manifiesto pidiendo la supresión de este tan dañino rally. En este manifiesto sostenían, entre otras cosas, que el Rally Dakar se trata de un “rodeo publicitario en el continente de la pobreza” y critican la “utilización de África, destrozada por el SIDA, el hambre y el endeudamiento, como terreno de juego”.
El deporte y el medio ambiente, están íntimamente ligados, el deportista es una de las personas más aptas para transmitir valores ambientales, ya que no tiene fronteras, ni creencias religiosas, ni políticas, es universal, esto convierte al deportista en un gran difusor de los preceptos ambientales. Caso contrario a lo que sucede con esta modalidad al que se lo desea acercar al deporte; ya que al lugar verde por donde pasan, dejan sus huellas de destrucción, modificando la naturaleza misma por donde circulan, destruyendo las capacidades auditivas de animales y aves del lugar, regando de combustibles y aceites la tierra y los ríos contaminando por cientos de años.
Todos estos datos se sustentan en informes oficiales y académicos que demuestran daños irreparables. Los daños provocados por semejantes maquinarias son sumamente prejudiciales para el hábitat del lugar y para la vida misma de cada participante.
Alvaro Trejo, para Agenda Uno.
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