UPND SALTA

TERRITORIO DIAGUITAGHASTA

DERECHO A LA COMUNICACIÓN CON IDENTIDAD

30 de septiembre de 2016

Trabajadores de la salud de los Valles Calchaquíes se especializaron en Clínica Nutricional




Durante la jornada se reforzaron conocimientos sobre la parasitosis intestinal e interculturalidad alimentaria.


La Provincia puso en marcha un proceso de instrucción en Clínica Nutricional, para profesionales y trabajadores de la salud de los Valles Calchaquíes.

La capacitación, a cargo de la Secretaría de Nutrición y Alimentación Saludable, tuvo lugar en el nosocomio Doctor Arne Hoygaardy y contó con la participación del personal de los hospitales de Seclantás, La Poma, Molinos y Chachi.

Durante la jornada se reforzaron conocimientos sobre la parasitosis intestinal e interculturalidad alimentaria.

Además, los participantes tuvieron la posibilidad de interiorizarse sobre peculiaridades alimenticias de las comunidades originarias de la zona, en virtud de la disertación que brindó el director del Pueblo Diaguita Calchaquí, Ulises Yanes, sobre salud y prácticas culturales saludables.

Noticia de: Ministerio de Salud Pública

26 de septiembre de 2016

Inauguran en Neuquén el primer hospital con médicos y curanderos mapuches

En el departamento de Aluminé comenzará a funcionar el primer hospital intercultural, donde se conjuga la medicina pública tradicional con la medicina mapuche y donde trabajarán juntos médicos científicos y curanderos tradicionales




En el departamento de Aluminé, en Neuquén, comenzará a funcionar el primer

En el departamento de Aluminé, en Neuquén, comenzará a funcionar el primer hospital intercultural mapuche. Este centro de salud, que será el segundo de Latinoamérica y el primero en el país, se construirá en Ruca Choroi y tendrá una superficie de 522 metros cuadrados. Es un trabajo en conjunto entre el equipo técnico del área de salud provincial y el equipo de salud rural del hospital Aluminé junto a las comunidades Mapuche Aigo y Huenguihuel, que se harán cargo de la mano de obra.

En la provincia de Neuquén, el 8% de la población es mapuche, uno de los pueblos originarios que habitan Chile y Argentina desde antes de la llegada de los españoles. Eso quiere decir que 8 de cada 100 personas se reconoce como originario y, con ello, reconoce y practica su cultura.


Es el producto de 15 años de experiencia junto con estas comunidades Mapuches. En ese camino nos acercamos a una relación entre la biomedicina y la medicina mapuche. Cada una con su valor y sus técnicas. La idea es que se aprovechen ambas”, afirma Fabián Gancedo, médico del hospital de Aluminé encargado de la atención rural. 

El primer paso fue el diseño del edificio, que se ubicará en tierras de la comunidad Huenguihuel. “Habrá un lugar para hacer fogones, para los curadores mapuches, los componedores de huesos, para los yerbateros, y un espacio ceremonial para el machi, la máxima figura de la ceremonia curativa mapuche”, comentó Fabian.


Un ejemplo explica el tipo de diferencias entre una y otra cultura. Con respecto a la orientación de las camas del hospital hacia el oeste: “El oeste, detrás de la cordillera, es el lugar al que van las almas en la cultura mapuche luego de su paso por el mundo”, explicó el médico. Y agregó: “era algo que molestaba a los pacientes de las comunidades; era como si se los predispusiera para el final, la muerte”.

La apertura del hospital y la convivencia de las dos medicinas tiene como marco legal el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo: respecto al derecho que establece para los pueblos originarios de ser consultados para ajustar los parámetros de atención médica a sus tradiciones y cultura.

El diseño del hospital tiene una forma de medialuna con una superficie de 522 metros cuadrados y funcionará en el paraje Epu Pehuén (territorio de las Comunidades Mapuches Aigo y Hienguehiual). Como comenta Fabián: “Habrá un lugar para hacer fogones, para los curadores mapuches, los componedores de huesos, para los yerbateros, y un espacio ceremonial para el machi, la máxima figura de la ceremonia curativa mapuche” porque, como también señala: “La biomedicina no alcanza a suplir las necesidades de salud de la comunidad, dejando de lado otros aspectos que sí son considerados por la medicina mapuche como la familia, el pasado y el ambiente”. 


Respecto de la visión mapuche, Lorenzo Loncón, “werken” (mensajero) de la Confederación Mapuche Neuquina y lawentuchefe (especialista en plantas curativas) señala:

La concepción de la medicina occidental es separar todo, al hombre de la naturaleza, a la cultura de la naturaleza. Y para nosotros es una unidad. La medicina milenaria ha demostrado que si es natural es mucho mejor que una combinación química o sintética. Y además, si todas las culturas somos diferentes, también la medicina tiene que ser apropiada a cada cultura yles 21 de Septiembre de 2016

tiene que haber disponibilidad. La naturaleza nos brinda eso: que sea algo que está cerca de la gente y que si vos la cuidás, la naturaleza te cuida a vos.”


El ministro de Salud neuquino en 2015, Rubén Omar Butigué, junto a distintas autoridades mapuches

A fines del año pasado, el ministerio de Salud de Neuquén garantizó la continuidad de este proyecto que nació en 2008 y que pronto abrirá sus puertas a toda la comunidad, para convertirse en un ejemplo de trabajo conjunto entre dos culturas diferentes y en una posibilidad de que los mapuches sean reconocidos y puedan volver a empoderarse en sus conocimientos. 


23 de septiembre de 2016

Tortura y destierro

Noticias de ayer. Los campos de concentración de la “conquista del desierto”

Por Felipe Pigna

Repartija. Tierras, bienes, hombres, mujeres y niños indígenas fueron tratados como mercancía.

La semana pasada el ministro de Educación, Esteban Bullrich, anunció orgulloso el lanzamiento de una “segunda campaña al desierto”. Los sobrevivientes de la llamada “Conquista del Desierto”, la primera, fueron “civilizadamente” trasladados, caminando encadenados 1.400 kilómetros, desde los confines cordilleranos hacia los puertos atlánticos. 

A mitad de camino se montó un enorme campo de concentración en las cercanías de Valcheta (Río Negro). El colono Galés John Daniel Evans recordaba así aquel siniestro lugar: “En esa reducción creo que se encontraba la mayoría de los indios de la Patagonia. (…) Estaban cercados por alambre tejido de gran altura, en ese patio los indios deambulaban, trataban de reconocernos, ellos sabían que éramos galeses del Valle del Chubut. Algunos aferrados del alambre con sus grandes manos huesudas y resecas por el viento, intentaban hacerse entender hablando un poco de castellano y un poco de galés: poco bara chiñor, poco bara chiñor (un poco de pan señor)”.

La historia oral, la que sobrevive a todas las inquisiciones, incluyendo a la autodenominada “historia oficial”, recuerda en su lenguaje: “La forma que lo arriaban…uno si se cansaba por ahí, de a pie todo, se cansaba lo sacaban el sable lo cortaban en lo garrone. La gente que se cansaba y… iba de a pie. Ahí quedaba nomá, vivo, desgarronado, cortado. Y eso claro… muy triste, muy largo tamién… Hay que tener corazón porque… casi prefiero no contarlo porque é muy triste. Muy triste esto dotor. Yo me recuerdo bien por lo que contaba mi pobre viejo paz descanse. Mi papa; en la forma que ellos trataban. Dice que un primo d’él cansó, no pudo caminar más, y entonces agarraron lo estiraron las dos pierna y uno lo capó igual que un animal”.

De allí partían los sobrevivientes en una larga y penosa travesía, cargada de horror para personas que desconocían el mar, el barco y los mareos, hacia el puerto de Buenos Aires. Los niños se aferraban a sus madres, que no tenían explicaciones para darles ante tanta barbarie.

Un grupo selecto de hombres, mujeres y niños prisioneros fue obligado a desfilar encadenado por las calles de Buenos Aires rumbo al puerto. Para evitar el escarnio, un grupo de militantes anarquistas irrumpió en el desfile al grito de “dignos”, “los bárbaros son los que les pusieron cadenas”, prorrumpieron en un emocionado aplauso a los prisioneros que logró opacar el clima festivo y “patriótico” que se le quería imponer a aquel siniestro y vergonzoso “desfile de la victoria”. 
Desde el puerto los vencidos fueron trasladados al campo de concentración montado en la isla Martín García. Desde allí fueron embarcados nuevamente y “depositados” en el Hotel de Inmigrantes, donde la clase dirigente de la época se dispuso a repartirse el botín, según lo cuenta el diario El Nacional que titulaba “Entrega de indios”: “Los miércoles y los viernes se efectuará la entrega de indios y chinas a las familias de esta ciudad, por medio de la Sociedad de Beneficencia”.

Se había tornado un paseo “francamente divertido” para las damas de la “alta sociedad”, voluntaria y eternamente desocupadas, darse una vueltita los miércoles y los viernes por el Hotel a buscar niños para regalar y mucamas, cocineras y todo tipo de servidumbre para explotar.

En otro articulo, el mismo diario El Nacional describía así la barbarie de las “damas” de “beneficencia”, encargadas de beneficiarse con el reparto de seres humanos como sirvientes, quitándoles sus hijos a las madres y destrozando familias: “La desesperación, el llanto no cesa. Se les quita a las madres sus hijos para en su presencia regalarlos, a pesar de los gritos, los alaridos y las súplicas que hincadas y con los brazos al cielo dirigen las mujeres indias. En aquel marco humano unos se tapan la cara, otros miran resignadamente al suelo, la madre aprieta contra su seno al hijo de sus entrañas, el padre se cruza por delante para defender a su familia”. 

Los promotores de la civilización, la tradición, la familia y la propiedad, habiendo despojado a estas gentes de su tradición y sus propiedades, ahora iban por sus familias. A los hombres se los mandaba al norte como mano de obra esclava para trabajar en los obrajes madereros o azucareros.

Dice el padre Birot, cura de Martín García: “El indio siente muchísimo cuando lo separan de sus hijos, de su mujer; porque en la pampa todos los sentimientos de su corazón están concentrados en la vida de familia”.

Se habían cumplido los objetivos militares, había llegado el momento de la repartija del patrimonio nacional. 
La ley de remate público del 3 de diciembre de 1882 otorgó 5.473.033 hectáreas a los especuladores. Otra ley, la 1552 llamada con el irónico nombre de “derechos posesorios”, adjudicó 820.305 hectáreas a 150 propietarios. La ley de “premios militares”, del 5 de septiembre de 1885, entregó a 541 oficiales superiores del Ejército Argentino 4.679.510 hectáreas en las actuales provincias de La Pampa, Río Negro, Neuquén, Chubut y Tierra del Fuego. La cereza de la torta llegó en 1887: una ley especial del Congreso de la Nación premió al general Roca con otras 15.000 hectáreas.

Si hacemos números, tendremos este balance: La llamada “conquista del desierto” sirvió para que entre 1876 y 1903, es decir, en 27 años, el Estado regalase o vendiese por moneditas 41.787.023 hectáreas a 1.843 terratenientes vinculados estrechamente por lazos económicos y/o familiares a los diferentes gobiernos que se sucedieron en aquel período.
Desde luego, los que pusieron el cuerpo, los soldados, no obtuvieron nada en el reparto. Como se lamentaba uno de ellos: “¡Pobres y buenos milicos! Habían conquistado veinte mil leguas de territorio, y más tarde, cuando esa inmensa riqueza hubo pasado a manos del especulador que la adquirió sin mayor esfuerzo ni trabajo, muchos de ellos no hallaron –siquiera en el estercolero del hospital– rincón mezquino en que exhalar el último aliento de una vida de heroísmo, de abnegación y de verdadero patriotismo”.

Los verdaderos dueños de aquellas tierras, de las que fueron salvajemente despojados, recibieron a modo de limosna lo siguiente: Namuncurá y su gente, 6 leguas de tierra. Los caciques Pichihuinca y Trapailaf, 6 leguas. Sayhueque, 12 leguas. En total, 24 leguas de tierra en zonas estériles y aisladas.

Ya nada sería como antes en los territorios “conquistados”; no había que dejar rastros de la presencia de los “salvajes”. Como recuerda Osvaldo Bayer, “los nombres poéticos que los habitantes originarios pusieron a montañas, lagos y valles fueron cambiados por nombres de generales y de burócratas del gobierno de Buenos Aires. Uno de los lagos más hermosos de la Patagonia que llevaba el nombre en tehuelche de ‘el ojo de Dios’ fue reemplazado por el Gutiérrez, un burócrata del Ministerio del Interior que pagaba los sueldos a los militares. Y en Tierra del Fuego, el lago llamado ‘Descanso del horizonte’, pasó a llamarse ‘Monseñor Fagnano’, en honor del cura que acompañó a las tropas con la cruz”.

Fuente: veintitres

22 de septiembre de 2016

El origen de Bariloche y sus rastros indígenas

Numerosos relatos desmienten que el gran lago haya sido un territorio vacío. El periodista e investigador Adrián Moyano persigue esas huellas ocultas y asegura que había un gran movimiento económico de los pueblos originarios en la zona.

DANIEL MARZAL
dmarzal@rionegro.com.ar

Punto de encuentro. Adrián Moyano sostiene que el Nahuel Huapi era un lugar de contacto interétnico. (Marcelo martínez)


Los pueblos indígenas que tenían presencia activa en torno al lago Nahuel Huapi cuando llegaron los primeros “wingka” para establecer el poblado hoy conocido como Bariloche fueron ignorados por la historia oficial, pero dejaron una huella inocultable que se empeña en subsistir.

Numerosos relatos de viajeros como George Musters y el perito Francisco Moreno –y aun de los jefes de las avanzadas militares de la llamada Campaña del Desierto– dan cuenta de esa presencia y desmienten que el gran lago haya sido un territorio vacío y disponible para una colonización no traumática.

El periodista e investigador Adrián Moyano trabaja desde hace años en ese rescate y asegura que había en la región una importante actividad económica de los pueblos originarios, aunque hasta hace muy pocos casi no existían registros formales. “La única biblioteca que existía es era la de la justificación del despojo, muy desconocedora de la memoria de los propios mapuches” subrayó, en diálogo con “DeBariloche”.

De Küla Lamgen a Catedral

Ese ocultamiento se impuso también a la hora de nombrar las calles barilochenses.

Sólo el barrio El Frutillar, en el Alto, recuerda a algunos antiguos “longkos” con influencia en la región. Mientras que en el centro las calles homenajean a Moreno, a Mitre, a San Martín y también al general Villegas, el sargento Rolando y al vicealmirante O´Connor; a notorios ex funcionarios como Ángel Gallardo, León Quaglia y Clemente Onelli y a pobladores pioneros como Primo Capraro y Ada Elflein.

La omisión de los pueblos originarios en la toponimia local es más que evidente. Moyano refiere por ejemplo que el cerro Catedral se llamaba originalmente Küla Lamgen (tres hermanas).

La denominación original del cerro Otto era Wenu Lafken, porque había allí una laguna que se secó, el Campanario era Kultrün Maguiza (montaña del kultrün) y el lago Gutiérrez se llamaba Carilafken.

Silenciamiento

El especialista señaló que nada es casual y aquella ofensiva “civilizatoria” que comenzó a fines del siglo XIX estuvo orientada por una “política de desterritorialización de los pueblos originarios” y una definida “táctica de silenciamiento”.

Dijo que “las identidades se construyen política y culturalmente” y hay conceptos actuales que deben ser desechados. “Pensar una historia indígena desde la ciudad es forzoso” señaló, porque su forma de vida no estaba organizada en asentamientos permanentes.

También relativizó el empeño en asociar territorios con etnias puras. Si bien identificó a los pueblos originarios presentes en la zona como mapuches (en la periferia del lago) y gününa kün (tehuelches del norte) que realizaban incursiones comerciales en Ñirihuau y los sectores de estepa destacó que Inacayal era hijo de padre pehuenche y madre gününa küna.

Los datos más antiguos de la presencia indígena en la región corresponden a las incursiones de los curas Nicolás Mascardi y Juan José Guillelmo (a fines del siglo XVII). Más cerca en el tiempo hay otras referencias que desmienten la versión del territorio “desierto”. Moyano destacó por ejemplo que fray Francisco Menéndez documentó en 1794 un encuentro con el lonko Manke Wuenüy en la desembocadura del Ñirihuau, actual límite entre Bariloche y Dina Huapi.

Dijo que de sus observaciones se puede deducir que el Nahuel Huapi “era una zona de contacto interétnico”, dijo Moyano.

Algunas décadas después llegó desde el sur George Musters, acompañado por un grupo de aonikenk (tehuelches del sur), con quienes acampó en la zona de la actual Pilcaniyeu. Musters dejó sentado que desde Tecka (actual Chubut) hacia el norte empezaba “el país de los araucanos”. Y faltaban todavía unos diez años para la Campaña del Desierto.

También en esos años llegó el perito Moreno, autorizado por Sayweke desde Neuquén, y su relato indica que en cercanías del gran lago vio columnas de humo que atribuyó al lonko Inacayal y le pareció ver sembrados en lo costa sur, donde hoy está Bariloche.

Moyano refirió que existen documentos escritos según los cuales tres años antes de la Conquista había cultivos de habas, papa y quinoa en las tierras más aptas del Nahuel Huapi. Y que comunidades con presencia actual, como los Ranquehue, de Virgen de las Nieves, “residen en la zona desde 1875”, luego de ser corridos de otro espacio territorial.

Canoas y caballos

Explicó que originalmente “el pueblo mapuche era fluvial y canoero, “hasta que adoptó el caballo” traído por los europeos en el siglo XIX. Hacia el siglo XIX su economía era básicamente mercantil y ganadera.

Dijo que muchos cronistas contribuyeron a ocultar esos datos con “malabarismos discursivos”, a los que emparentó con lo ocurrido en las escuelas, donde les prohibían a los chicos hablar mapuzungun y se les transmitió la idea de que “los espacios territoriales no albergaron pueblos independientes del Estado argentino”.

“Debieron aprender a sobrevivir en un plano de subordinación y empezaron a emplearse en estancias, proceso de proletarización que llega hasta hoy”.

“El capitalismo llega con la Campaña del Desierto y complejiza todo. El Estado tuvo la urgente necesidad de argentinizar territorio y población”.

Fuente: Río Negro

20 de septiembre de 2016

ENOTPO: ¿QUE HAY DETRÁS DEL DISCURSO ESTIGMATIZANTE CONTRA LOS PUEBLOS ORIGINARIOS? LANATA, BULLRICH Y LA NACION: OPERADORES DE LA OLIGARQUÍA TERRATENIENTE, LOS AGRONEGOCIOS Y LAS MULTINACIONALES EXTRACTIVISTAS.

Desde el Encuentro Nacional de Organizaciones Territoriales de Pueblos Originarios manifestamos nuestro repudio y nos declaramos en alerta ante la operación discriminatoria y estigmatizante contra los Pueblos Originarios llevada adelante por el Gobierno Nacional y los medios de comunicación de la derecha argentina.


ENOTPO / 16 de septiembre de 2016

En los últimos meses han proliferado en los medios corporativos de comunicación peligrosos discursos estigmatizantes contra los Pueblos Originarios que manifiestan la ideología razista, xenófoba y discriminatoria de los sectores oligárquicos de nuestra sociedad y buscan reciclar el discurso evolucionista pseudocientífico para criminalizar a nuestros Pueblos y, de este modo, deslegitimar las demandas y reclamos por nuestros derechos.

En el corto período que lleva el gobierno de Macri, su política de ajuste ha favorecido ampliamente a los sectores dominantes en desmedro de los derechos sociales, económicos, culturales y políticos de los sectores más vulnerables de la sociedad argentina y lo poco que se había construido en materia de políticas de reparación histórica hacia los Pueblos Originarios fue desguazado en cuestión de meses.

En este escenario cada vez más hostil, una vez más debemos alzar nuestras voces en defensa de nuestras identidades y derechos colectivos, atacados nuevamente por personajes siniestros como Jorge Lanata, monopolios mediáticos como La Nación (familia Mitre) y funcionarios públicos, en este caso, nada menos que el Ministro de Educación de la Nación Esteban Bullrich, cuyos discursos tienen como hilo conductor un argumento falso, profundamente discriminatorio y xenófobo, que plantea que los Pueblos Originarios por nuestra propia naturaleza carecemos de inteligencia, somos incapaces e incivilizados. Este discurso tiene como objetivo negar nuestros derechos como Pueblos preexistentes.

Los Pueblos Originarios no somos pobres por una cuestión cultural ni natural (como se pretende instalar desde este discurso mediático). Nuestra realidad actual sólo puede comprenderse a partir del conocimiento de los procesos coloniales que se dieron a nivel mundial a lo largo de los últimos cinco siglos y las consecuencias nefastas que estos acontecimientos significaron para nuestros Pueblos y Territorios. 

Los Pueblos Originarios fuimos empobrecidos y deshumanizados por un proceso de conquista y colonización que aún sigue vigente y que tiene objetivos claramente económicos y geopolíticos. La usurpación y usufructo de nuestros territorios y bienes naturales inició con la conquista española, continuó con la usurpación de nuestros territorios para la conformación de los Estados Nacionales y continúa en la actualidad con la explotación de los recursos naturales por parte del Estado, de los empresarios agro-ganaderos y forestales nacionales y de empresas extractivistas multinacionales. 

Nuestros Pueblos y Territorios fueron usurpados, conquistados, colonizados, evangelizados, saqueados, asesinados, violados, esclavizados en nombre del “progreso” y la “modernidad”. Un plan sistemático de exterminio y esclavitud bien planificado, un GENOCIDIO, ejecutado por la oligarquía terrateniente nacional (de la cual el Ministro Bullrich es heredero), con el apoyo económico de las potencias extranjeras quienes también se llevaron su buena tajada. 

En la editorial del diario La Nación, del día 21 de agosto de 2016, con el fin de justificar el Genocidio Originario, proponen hacer un análisis contrafáctico de la “Conquista del desierto” y se preguntan (apelando a una fingida retórica nacionalista) “¿a qué nación del mundo pertenecerían hoy nuestros territorios?”. Como Pueblos Originarios no pasa un día de nuestras vidas sin que nos preguntemos: ¿Cómo sería hoy nuestra vida si nuestras Naciones y nuestras identidades no hubieran sido avasalladas y desmembradas? ¡Podríamos hablar nuestros idiomas y trasmitírselos a nuestros hijos! ¡Viviríamos en paz en nuestros territorios, sin contaminación, sin pobreza! ¡Practicando nuestra espiritualidad libremente! ¡Nuestros cuerpos estarían sanos, sin agrotóxicos, ni pestes importadas! ¡Nuestros muertos estarían con nosotros en nuestros territorios y no secuestrados en museos! 

Ensayando una respuesta a la pregunta que acongoja al diario oligarca de los Mitre, quizás, en principio se puede suponer que si la historia de la conquista no hubiera sido tan violenta y sangrienta, hoy seríamos un Estado plurinacional, más justo, equitativo y más democrático. ¿Por qué el destino de la recién inventada “Nación” Argentina, valía el exterminio de cientos de Pueblos-Naciones milenarios preexistentes? Su progreso es nuestra muerte.

El genocidio es un hecho. ¿Qué clase de militar (si no es uno muy estúpido) emprendería una campaña militar a un desierto, es decir a un lugar donde no hay personas con quien luchar? El discurso se cae por su propio peso. 

En términos concretos, las campañas militares a nuestros territorios implicaron la violación de nuestras mujeres por los soldados del “honorable” ejército argentino, el robo y secuestro de nuestros niños que fueron entregados a familias patricias para tareas domésticas (trabajo esclavo, por supuesto), la destrucción de nuestras familias, pueblos y comunidades, la prohibición de nuestros idiomas y creencias, la imposición del catolicismo como única religión, el reparto de nuestros territorios entre pocas familias oligarcas, la Iglesia, el ejército y los financistas extranjeros.

Dicen que a los Pueblos Originarios nos “resucitaron” para utilizarnos políticamente. También están equivocados. Estamos presentes desde siempre, nunca morimos, y hacemos ejercicio de nuestra propia política. Sin embargo aquellos que pretendan igualarnos y vernos desde una óptica occidental, sin siquiera intentar entender o comprender otras formas y sistemas filosóficos de vida, nunca podrán entenderlo. 

Si el término “originarios” les parece inadecuado, está bien, seamos más precisos: somos los Pueblos y Naciones Weenhayek, Pilagá, Mapuche, Qom, Diaguita, Huarpe, Ranquel, Guaraní, Iogys, Tonokote, Selk’nam, Tehuelche, Kolla, Wichi, Gununakuna, Charrua, Lule, Vilela, Atacama, Sanavirón, Comechingon, Chulupí, Chorote, Chicha, Chane, Moqoit, Guaycuru, Ocloya, Omahuaca, Avipon, Yamana, Yaganes, Quechua, Tastil, Querandí, Tapiete, Tilian, Tilcara, Nivacle, y tantos otros pueblos en proceso de restablecimiento de sus identidades, ni mejores ni peores que otras culturas, simplemente Pueblos y Naciones con cultura propia. Si realmente les interesa conocernos, acá estamos y acá estuvimos desde siempre, en el territorio que caminaron nuestros ancestros, y queremos que nos reconozcan como lo que realmente somos, con todas y cada una de nuestras identidades territoriales. 

No buscamos el cuidado de nadie ni deseamos ser integrados a nada. Queremos reconocimiento de nuestras identidades y derechos como Pueblos preexistentes. Queremos la restitución de nuestros territorios y desarrollarnos en libertad desde nuestra propia cosmovisión en interacción recíproca y complementaria con todos los seres y elementos de la naturaleza, con los animales, los ríos, el monte y las montañas. Allí tenemos todo lo que necesitamos para proyectarnos como pueblos libres. Para ello necesitamos que respeten nuestro derecho a practicar nuestros idiomas, a designar a nuestras propias autoridades, y a organizarnos como lo hicimos siempre, en base a nuestras instituciones políticas, culturales y filosóficas, basados en nuestros saberes ancestrales, en el marco de nuestro derecho a la autonomía.

Los Pueblos Originarios no somos utilizados, ni por populistas ni por liberales. Tenemos nuestras propias organizaciones políticas, tomamos definiciones, establecemos acuerdos y desarrollamos estrategias para el futuro de nuestros Pueblos.

Es cierto que el empobrecimiento al que fuimos sometidos muchas veces ha condicionado nuestras acciones y eso es lo que este Gobierno pretende replicar. Sin embargo, desde el retorno a la vida democrática los Pueblos Originarios nos hemos fortalecido en nuestros procesos colectivos y orgánicos. Muchos todavía vivimos situaciones de extrema vulnerabilidad, pero tenemos memoria y tenemos bien claro a qué sectores representa el gobierno de Macri.

Ellos lo saben. Por eso buscan denigrarnos de cualquier forma, algunos nos tratan como terroristas, otros como incapaces. Nos quieren presos o “educados” (despojados de nuestra cultura), nunca libres. Su objetivo es económico, la explotación y saqueo de nuestros Territorios.

Sin embargo, el camino iniciado es irreversible y nuestros Territorios no se negocian. Nuestras identidades no van a morir, sino por el contrario siguen floreciendo, la memoria de nuestros ancestros Kajfvkvra, Chelemin, Viltipoco, Kallchaki, Guacurarí, Lefxarv, Meguesoxochi, Bartolina Sisa, Tomás Paniri, Tupac Amaru, sigue viva en cada lucha y el legado renace cada día en nuestros territorios, fortaleciendo nuestro espíritu como Pueblos Originarios.

Por todo ello:

- Denunciamos al Ministro de Educación de la Nación Esteban Bullrich por la gravedad de sus expresiones en calidad de funcionario público en las cuales se enorgullece de iniciar una “nueva campaña del desierto, pero no con la espada y la violencia sino con la educación”, reivindicando el Genocidio cometido contra los Pueblos Originarios.

- Repudiamos los dichos del pseudoperiodista Jorge Lanataquien en reiteradas ocasiones se ha expresado de forma discriminatoria y violenta contra los Pueblos Originarios, llamándonos “indios” y calificándonos como “incapaces”, demostrando una completa ignorancia y un desprecio profundo sobre nuestras realidades y derechos. 

- Exigimos al diario La Nación el derecho a réplica (aunque sabemos cuál será la respuesta) por los agravios cometidos contra los Pueblos Originarios en su editorial denominado “La utilización populista de los pueblos originarios”.

- Exigimos al Gobierno Nacional, al INAI y a los organismos de todos los niveles abocados a la política pública para los Pueblos Originarios que respeten y hagan cumplir los derechos de nuestros Pueblos con la debida Participación, Consulta y Consentimiento Libre Previo e Informado a través de nuestras instituciones representativas legítimas, tal como lo manda la normativa nacional e internacional, lo cual no se está cumpliendo. 

Desde el ENOTPO nos declaramos en estado de ALERTA Y MOVILIZACIÓN ante la escalada de expresiones discriminatorias y criminalizantes contra nuestros Pueblos. No obstante, seguimos eligiendo construir y proponemos el Buen Vivir como una alternativa de vida para toda la humanidad, espacio en donde cabemos todos, respetándonos en nuestras diversidades culturales y ejerciendo la reciprocidad y la complementariedad. Convocamos a las organizaciones sociales, a los movimientos populares y a la sociedad en general a hacerse parte de esta lucha por la construcción de una sociedad para todos y todas, con igualdad en la diversidad, por un Estado Plurinacional. 


¡POR MEMORIA, IDENTIDAD, JUSTICIA Y TERRITORIO!

ENOTPO

17 de septiembre de 2016

Roca y Bullrich: el general ya tiene quien le escriba

Marcelo Musante
El ministro de Educación y Deporte de la Nación habló de la educación como la nueva Campaña del Desierto. La reflexión de un especialista en el genocidio indígena. 

El ministro de Educación y Deportes de la Nación, Esteban Bullrich, afirmó que “la educación será la nueva campaña del desierto”. Fue en un acto realizado en Choele Choel, en el mismo lugar que Julio Argentino Roca un 25 de mayo de 1879 dio inicio simbólico (que por supuesto ya venía ocurriendo en la práctica y violentamente desde mucho antes) al avance militar sobre las comunidades indígenas de Patagonia.

El ministro de Educación y Deportes de la Nación habló sin ponerse colorado de una nueva conquista del desierto. En su discurso no estuvieron ni los asesinatos masivos de personas ocurridos durante las campañas militares, ni los campos de concentración que funcionaron para los prisioneros indígenas, ni los traslados forzados de miles de familias cuyas mujeres y niños fueron repartidas entre las familias aristocráticas (que a la vez financiaron las campañas a través de bonos de la Sociedad Rural). Todos hechos ya comprobados a través de decenas de investigaciones fundadas en archivos, en denuncias de diarios de época, en los propios partes militares y en la historia oral de las comunidades, entre muchas otras fuentes. Sería imposible creer que el ministro no conoce el alcance atroz y el genocidio realizado a través de un proceso sistemático y planificado por parte del Estado argentino sobre los pueblos indígenas.

Y resulta difícil no asociar la afirmación de Bullrich con la que hace unos poco meses hizo el ministro del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Darío Lopérfido, cuando desde su cargo en el ministerio de Cultura sostuvo que los desaparecidos durante la última dictadura cívico militar no fueron 30.000.

La indignación pública y las denuncias sobre Lopérfido llovieron hasta que tuvo que renunciar. Por suerte, hoy en nuestro país, es insostenible enunciar públicamente una apología sobre la última dictadura cívico militar sin ser sometido al juicio social de las calles.

¿Pasará ahora lo mismo cuando lo que se pondera es el otro genocidio, el que se implementó sobre los pueblos originarios? Igualmente cruel, igualmente criminal.

Sería imposible creer que el ministro no conoce el alcance atroz y el genocidio realizado. 

Esa afirmación de Bullrich no se da en soledad, es continuación de una editorial del diario La Nación de hace pocas semanas en las que se dice que las campañas al desierto fueron un enfrentamiento de culturas. “Enfrentamiento de culturas” ya ni siquiera es la “gesta militar” ponderada como fundamental para el progreso de la nación. Esa avanzada militar festejada con honores en la última dictadura cívico militar al festejarse los cien años. Otra coincidencia de genocidios.

Las palabras del ministro de Educación y Deportes se dan cuando ya muchos creíamos que eso de que no hay una sola historia, sino que hay muchas, quizás tantas como grupos sociales las cuenten, era algo indiscutible. Sin embargo esa frase, la ponderación de la conquista militar, vuelve a la escena una y otra vez. Incansable e implacablemente. Con la tosquedad de los ejércitos.

La discusión, en los espacios públicos, en las escuelas, en las universidades, parecía haber tomado un camino: el de poner en cuestión que no todas las historias valen los mismo. Que no tienen la misma legitimidad. Que en el libre mercado de las historias hay precios distintos.

Están las que nacieron en libros incunables, las que surgieron por las plumas de los grandes próceres de nuestra historia escrita (un Mitre, un Sarmiento, para algún desprevenido) y que son las que cotizan caro. Son las historias fundantes. Pero que no quedaron en el inicio del estado moderno, sino que como un mito se reactualizan en nuevos relatos, apenas modificados, no tan distintos, pero con la fuerza del “pasado verdadero”. Son las historias legales que aparentan legítimas.

Hay otras historias, nacidas de los lugares arrasados por los que pasaron las campañas militares. 

Mientras tanto, hay otras historias, nacidas de los lugares arrasados por los que pasaron las campañas militares de las que habla Bullrich y que parecen valer bastante menos. Que son discutidas porque nacen de la palabra. De la palabra hablada y no de la escrita. Son las que no nacieron en escritorios aristocráticos y son las no llegan a los libros escolares. Son historias más difíciles de ver para los que solo quieren leer lo que les cae enfrente. Son las historias legítimas a las que no las dejan ser legales.

Pero hay algo más que puede discutirse en esto de los relatos históricos, los sentidos y finalmente la memoria, que tiene que ver con el enunciador.

Porque cuando parecía que el enunciador había sido desenmascarado y ya nos íbamos poniendo de acuerdo, o al menos creyéndolo, en que esa historia liberal escrita a fines del siglo XIX fue para justificar y sostener el asesinato de miles de indígenas, para ocupar sus territorios y ponerlos al servicio de las clases dominantes, ahora esos discursos fundantes vuelven acá y ahora. El presente vuelve a refrendar ese pasado.

Cuando creíamos que sólo íbamos a verlos repetidos en editoriales del diario La Nación o de medios de comunicación conservadores, en los que su anillos de clase son tan evidentes que casi hacen innecesaria la discusión, ahora esos discursos vuelven.

Cuando las frases como que “los mapuches son chilenos” se caían de tan absurdas, lo mismo que decir que las campañas al desierto fueron una “gesta patriótica” que permitió el progreso y no un cruel genocidio, ahora esos discursos retornan.

Y esto es peligroso, es como si volviera el “por algo será” en relación a los desaparecidos. Y son peligrosos esos discursos porque la historia está íntimamente asociada a la memoria. Porque cuando la historia se arropa de verdad objetiva actúa y disputa sentidos en las memorias sociales. Y otra vez una (la historia oficial) asume más valor que otras (las subalternas). Y la memoria, los recuerdos compartidos, las maneras de pensarse como colectivo, la memoria que se hace carne en los sujetos y los sujetos que avivan la memoria vuelven al arcón de los recuerdos rotos y sin valor.

Bullrich hizo sus afirmaciones en una localidad que Roca también eligió para declarar formalmente el inicio de la campaña militar a la Patagonia. 

Entonces digamos. Afirmemos que las campañas militares de fines del siglo XIX en Pampa y Patagonia tuvieron como objetivos convertir en propiedad privada a las tierras y cuerpos indígenas.

Y digamos también que hasta mediados del siglo XX, esto continuó en la región chaqueña donde obrajes, ingenios (Ledesma, San Martín del Tabacal, Las Palmas, La Esperanza, La Forestal, entre otros), misiones católicas franciscanas y reducciones estatales para indígenas como Napalpí y Bartolomé de las Casas se hicieron cargo del trabajo sucio de sacar a las comunidades de sus territorios para ponerlas, forzadas, al servicio del aparato productivo del Estado. Como en el 76’, otra vez, las grandes empresas, la iglesia y el Estado acordando un plan estratégico de refundación de la nación argentina.

Para completar el proceso y tratar de comprender un poco más cómo llega el ministro a decir esas palabras hay que tener en cuenta que: lo dice en lugar simbólico como Choele Choel, con el rector de la Universidad de Río Negro, Juan Carlos Del Bello, y con el gobernador provincial, Alberto Weretilneck, al lado; y lo hace en el marco de la inauguración de un hospital escuela de veterinaria perteneciente a esa casa de estudio. Allí, las muertes indígenas siguieron ocurriendo a lo largo de todos estos años sin poder saltar la pared del anonimato.

La frase se entiende en la suma de muertes silenciadas sin justicia. Se entiende con la masacre Napalpí en 1924, se entiende con la masacre de La Bomba en 1947. Ambas con centenares de muertos, ambas con juicios iniciados, ambas con juicios ninguneados y cajoneados.

Se entiende con las represiones y desalojos de la última década, se entiende con la muerte de Roberto López en La Primavera, de Javier Chocobar en Tucumán, con la de Cristian Ferreyra en Santiago del Estero, entre muchas otras. Éstas y aquellas en gobiernos democráticos.

Las muertes indígenas siguieron ocurriendo a lo largo de todos estos años sin poder saltar la pared del anonimato.

¿Qué habrá querido decir el ministro Bullrich al afirmar que la educación será una nueva campaña del desierto?

Querrá significar que ahora la educación también será para unos y no para otros.Usando sus palabras, que lo que antes hizo la espada ahora lo hará la escuela. Será también una manera de volver al pasado porque la “campaña del desierto”, ministro Bullrich, ya estuvo asociada a la Educación, sin ella no hubiera sido posible sostenerla en el imaginario social durante ciento cincuenta años.

Terminando. No es menor quién enuncia y dónde. Ayer fue el ministro de Educación de la Nación, Esteban Bullrich en Choele Choel. Una localidad que Roca también eligió para declarar formalmente el inicio de la campaña militar a la Patagonia. Sucedió ayer, nadie lo esperaba, y el general está de vuelta. Y ya tiene quien le escriba.


(*) Sociólogo, Red de Investigadores en Genocidio y Política Indígena en Argentina


Publicado en: Infonews

16 de septiembre de 2016

Noche de los Lápices - Se cumplen 40 años

El 16 de septiembre de 1976 un un operativo conjunto de efectivos policiales y del Batallón 601 de Ejército capturó a un grupo de estudiantes del Colegio Normal 3 de La Plata que protestaban por la implementación del boleto estudiantil. De los 10 secuestrados, seis permanecen desaparecidos.


Un grupo de estudiantes del Colegio Normal 3 de La Plata fue secuestrado hace 40 años -un 16 de septiembre de 1976- por efectivos de la Policía bonaerense, comandada por el entonces coronel Ramón Camps, en un hecho denominado como “La Noche de los Lápices”.

Las víctimas eran militantes que habían participado en la movilización que un año antes consiguió la implementación del Boleto Estudiantil Secundario (BES) en la capital de la provincia de Buenos Aires.

En agosto de 1976, la dictadura decidió suspender este beneficio con el propósito de identificar a los referentes del movimiento estudiantil que lideró este reclamo.

Así consta en un documento de inteligencia titulado "La Noche de los Lápices", que años más tarde fue hallado en dependencias de la la Policía bonaerense, y en el cual el comisario mayor Alfredo Fernández describe las acciones que se debían emprender contra estos jóvenes, "integrantes de un potencial semillero subversivo".

La noche del 16 de septiembre se inició un operativo conjunto de efectivos policiales y del Batallón 601 de Ejército para capturar a nueve jóvenes que tenían entre 16 y 18 años. La mayoría de ellos integraba la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), una agrupación de superficie que estaba ligada a la Juventud Peronista.

Claudio De Acha; María Clara Ciocchini; María Claudia Falcone; Francisco López Muntaner; Daniel Racero y Horacio Ungaro eran arrancados de sus domicilios en la primera jornada de esa acción criminal.

En tanto que el 17, los represores apresaban a Emilce Moler y Patricia Miranda, que estudiaba en el Colegio de Bellas Artes de La Plata.


Cuatro días después caía Pablo Díaz, quien formaba parte de las Juventud Guevarista, un grupo vinculado al Partido Revolucionario de los Trabajadores.

Todos fueron conducidos al centro clandestino de detención conocido como Arana, donde se los torturó durante semanas, y luego se los trasladó al Pozo de Banfield.

Moler y Díaz recuperaron la libertad tras permanecer varias semanas cautivos en ese centro de detención ubicado en el partido de Lomas de Zamora. Mirandatambién salió con vida de Arana, la trasladaron al Pozo de Quilmes y quedó alojada en la cárcel de Villa Devoto, a disposición del Poder Ejecutivo hasta marzo de 1978.

Gustavo Calotti, que había terminado el secundario un año antes, cayó en cautiverio el 8 de septiembre, y se lo considera un sobreviviente de estos hechos, ya que padeció la tortura junto a estos jóvenes.

Once años después de los hechos, Díaz testimonió en el Juicio a la Juntas, y dio cuenta de los padecimientos que sufrió en el pozo de Banfield junto a sus compañeros.

Sus vivencias quedaron reflejadas en el libro “La Noche de los Lápices”, publicado en 1985 y que dio origen a una película, que se estrenó en 1987 y se convirtió en un éxito de taquilla.

La Noche de los Lápices

La sanción de la Ley de Obediencia Debida impidió en los años '80 que el comisario Miguel Etchecolatz, autor material de estos secuestros y desapariciones, enfrentara la acción de la Justicia. Tras derogarse en 2003 la leyes de Obediencia Debida y Punto Final y los indultos dictados por el ex presidente Carlos Saúl Menem, se iniciaron los juicios de lesa humanidad y Etchecolatz recibió sentencias por varios crímenes.

Al ex policía, quien podría acceder al beneficio de la prisión domiciliaria, se lo declaró culpable por los delitos cometidos en el Circuito Camps.

Pese al trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), los cuerpos de las víctimas aún no pudieron ser identificados.

El ex cabo de la policía Roberto Grillo, que participó en el secuestro de los estudiantes le confió hace años a la familia Ungaro que debió "quemar los cuerpos de los chicos", pero que él no los mató.

En reconocimiento a la lucha de este grupo de jóvenes militantes desparecidos se conmemora cada 16 de septiembre el día de la Reafirmación de los Derechos de los Estudiantes Secundarios.

Fuente: Infonews

Argentina: Huayra Linux, 3 años de desarrollo local con mirada regional


– Por Vladimir di Fiore Prieto


Los conceptos vertidos en esta sección no reflejan necesariamente la línea editorial de Nodal. Consideramos importante que se conozcan porque contribuyen a tener una visión integral de la región.

Hace exactamente tres años el Estado argentino presentaba en sociedad Huayra Linux /(http://huayra.conectarigualdad.gob.ar/ ), su distribución de Software Libre pensada desde y para el Programa Conectar Igualdad (http://www.conectarigualdad.gob.ar/ ) sumando desarrollo local y reafirmando la importancia de la soberanía tecnológica.

Sin detenerme en las clásicas disputas que se generan en torno a toda política pública diré que Conectar Igualdad nació para ser un puente entre los estudiantes y la tecnología, garantizando que las y los estudiantes de las escuelas secundarias públicas de todo el país accedan a una netbook propia pensada para ellos. En resumen, un Programa Nacional de inclusión social con base tecnológica.

Huayra significa muchas cosas e involucra a muchos y variados actores. Si bien lo más simple de ver es que se trata de un sistema operativo libre basado en el Proyecto Debian (https://www.debian.org/index.es.html ), que fue desarrollado por el Estado para un programa como Conectar Igualdad y que esta disponible para toda persona que desee usarlo, me parece importante explayarme un poco más sobre la importancia de contar con un proyecto como éste.

Dado que Huayra es Software Libre el Estado garantiza soberanía e independencia tecnológica y en lugar de gastar en pagar licencias en divisa extranjera se invierte en desarrollo local generando puestos de trabajo e incentivando la creatividad argentina.

Por otro lado, Huayra significa que los y las estudiantes de todo el país tienen acceso a herramientas de última generación pudiendo ser actores en la producción de contenidos y desarrollos sin depender de los caprichos de las corporaciones ni de su nivel económico. El Programa Conectar Igualdad ya ha superado las 5 millones de netbooks entregadas. Pensemos por un instante que un 10% de los estudiantes comience a explorar el mundo de la programación luego de haber tenido contacto con un sistema operativo libre como Huayra, ahora vislumbremos el cambio cualitativo que representa para el desarrollo y para la innovación de nuestro país. Luego de la declaración del MERCOSUR sobre la importancia estratégica de usar y desarrollar Software Libre (http://www.mercosur.int/innovaportal/file/4488/1/comunicado_conjunto_estados_partes.pdf ) iniciativas estatales como Huayra en Argentina y Canaima (http://canaima.softwarelibre.gob.ve/ ) en Venezuela cobran aún más valor, siendo pilares fundamentales para avanzar hacia un desarrollo tecnológico Sur – Sur.

Pero hay más: Huayra, en tanto actor y parte del ecosistema del Software Libre, presenta una afinidad única con lo público, ya que en la medida en que permite su total apropiación, el Estado puede disponer de desarrolladores para adaptarlo siguiendo como Norte el interés nacional y el bienestar general, antes que la maximización de ganancias.

Hoy, a tres años de su lanzamiento, el equipo de Conectar Igualdad responsable de Huayra ha ido publicando nuevas versiones, donde han podido integrar aportes de la comunidad de Conectar Igualdad, estudiantes y docentes, así como desarrollos de Software Libre aportados tanto por la comunidad internacional como regional.

Huayra ha sido un primer paso en pos de independizarnos de las corporaciones del software, abriendo el camino hacia la apropiación y producción de nuevas tecnologías con gusto y aromas propios, parafraseando al exp∫residente Lula, a cocinar nuestro propio plato de comida en lugar de comer lo que Microsoft y otras corporaciones dicen que es bueno para nosotros.

*Consultor argentino en Software Libre y Comunicación.

Fuente: Nodal

ESTEBAN BULLRICH IMPROVISO UN DISCURSO EN CHOELE CHOEL AL INAUGURAR UN HOSPITAL VETERINARIO - “Por una nueva Campaña del Desierto”



En una de las sedes de la Universidad Nacional de Río Negro, el ministro de Educación dijo que “esta es la nueva Campaña del Desierto pero sin espadas, con educación”. Después intentó aclarar.

Por Nora Veiras
“Esta es la nueva Campaña del Desierto, pero sin espadas con educación”. La frase del ministro de Educación, Esteban Bullrich, al inaugurar el Hospital Escuela de Veterinaria de la Universidad Nacional de Río Negro logró, por lo menos, desconcertar al auditorio. No fue la única: “Sin profesionales que multipliquen lo que hacemos, no sirve de nada porque no estaríamos poblando este desierto”, dijo y trató de alcarar “ustedes hacen que no sea un desierto”.

Hace poco más de un mes, Bullrich había dicho que Soy Roca, la biografía de Félix Luna sobre el ideólogo y ejecutor del exterminio de los pueblos originarios es uno de sus libros de cabecera. Quizás esa inspiración sumada al escenario, Choele Choel, la ciudad fundada en 1879 durante la llamada Segunda Campaña al Desierto, inspiró el breve discurso del ministro ante la invitación del gobernador Alberto Weretilneck. La inmediata reacción de repudio en las redes sociales generó otra aclaración.

En medio de una rueda de prensa Bullrich tuvo que volver sobre su analogía: “Me refiero a ese proceso histórico, del avance en un territorio que no estaba conquistado, ocupado. Ahora, a partir de una construcción distinta con la educación, los pueblos originarios tienen que ser reconocidos, hay que trabajar con ellos para que haya una cultura común y no la aniquilación para que (una cultura) predomine”, dijo.

Las aclaraciones no lograron neutralizar la carga ideológica de la comparación del ministro. En diálogo con Página/12 el historiador Sergio Wischñevsky, señaló que ya es un problema la legitimación del nombre: “Apelan al ‘desierto’ porque consideraban que toda la gente que vivía ahí no era gente. Beatriz Sarlo y Carlos Altamirano analizaron, en un ya clásico ensayo, que la idea del desierto surge de Europa, donde ellos se consideraban la civilización y veían al mundo árabe como el desierto. Esa concepción se traslada a Buenos Aires como la civilización que avanza sobre la barbarie. Es increíble que nuevamente apelen a esa idea de avanzar sobre el atraso”.

Wischñevsky remarcó que “lo más triste es que esa campaña fue un genocidio. Miles de indios fueron exterminados o enviados a la Isla Martín García, fueron torturados en lo que puede analizarse como uno de los primeros campos de concentración. Marcelo Valko en su libro Pedagogia de la Desmemoria cuenta que hubo una epidemia de viruela que mató en masa a los indios, hicieron hornos crematorios y a los muertos para que no contagien los iban tirando a los hornos. A los chicos que quedaban huérfanos los ofrecían en avisos en los diarios, que decían ‘pequeño indiecito se vende para servicio doméstico y otros quehaceres’”.

La masacre no se puede atenuar refugiándose en la mentalidad de la época porque ya en ese momento se discutió sobre la posibilidad de integrar a esas poblaciones. “Ese avance criminal permitió que se apropiaran de once millones de hectáreas y se repartieran entre unas 290 familias, entre ellas los Martínez de Hoz fueron beneficiadas con 2,5 millones de hectáreas”, reseñó el historiador. La familia Bullrich, con dos ministros en el gabinete de Cambiemos, fue otra de las beneficiarias de los grandes latifundios bonaerenses surgidos de la Campaña al Desierto. Una marca en el ADN.


Fuente: Pagina 12

15 de septiembre de 2016

Tucumán: "Simposio Pueblos Originarios y Arqueología. Redefiniendo la relación intercultural y la producción del conocimiento arqueológico" en el marco del 19° Congreso Nacional de Arqueología Argentina



El día 10 de agosto pasado se realizó en la ciudad de San Miguel de Tucumán el simposio Pueblos Originarios y Arqueología. Redefiniendo la relación intercultural y la producción del conocimiento arqueológico en el marco del 19° Congreso Nacional de Arqueología Argentina. Este simposio fue continuación de un similar simposio desarrollado en el año 2013 durante el 18° Congreso Nacional de Arqueología Argentina en la ciudad de La Rioja.

Teniendo en cuenta el actual contexto histórico y social de nuestro país y otros países latinoamericanos, donde las movilizaciones y las organizaciones territoriales de Pueblos Originarios se han fortalecido y, apelando al marco del derecho indígena, han comenzado a realizar activos reclamos sobre lo que se dice de ellos y de su pasado, sobre cómo los representa el conocimiento científico, sobre los restos mortuorios de sus ancestros y sobre el control de sus lugares sagrados y las intervenciones que se realizan sobre éstos, este simposio buscó establecer y desarrollar un diálogo intercultural entre arqueólogos y autoridades, referentes y delegados de distintos Pueblos Indígenas nucleados en el Encuentro Nacional de Organizaciones Territoriales de Pueblos Originarios (ENOTPO), a fin de redefinir la relación entre arqueología y Pueblos Indígenas.

Si bien directa o indirectamente, intencionalmente en algunos casos y no en otros, a lo largo de su historia como disciplina académica y científica la arqueología argentina contribuyó con la erosión de la identidad indígena y la separación de los Pueblos Originarios contemporáneos de su pasado y patrimonio, en años reciente una renovada arqueología crítica y reflexiva ha comenzado a repensar su relación con los Pueblos Originarios y a rever el papel cumplido por la disciplina en el proceso de colonización de los Pueblos Indígenas. A través de este simposio, buscamos impulsar la construcción de una arqueología que consulte y tenga consentimiento para la investigación, que abra la investigación a la participación de los Pueblos Originarios como sujetos plenos, que se constituya en un aporte a los procesos y proyectos indígenas, que respete al sujeto de derecho y que sea un facilitador y una herramienta para permitir la interrelación entre culturas, entre pueblos y entre identidades. Asimismo, una de las propuestas centrales del simposio fue promover la producción de conocimiento en diálogo intercultural y en conjunto, combinando saberes y voces, y teniendo en cuenta que no se puede conocer el pasado por fuera del territorio y sin entrar en relación.

Sostenemos que no es suficiente con descolonizar a la arqueología revisando críticamente las narrativas y representaciones que ha generado sobre los Pueblos Originarios, sino también deberíamos convertirla en una herramienta a disposición de los Pueblos Indígenas sobre cuyo pasado la “ciencia” interviene. Lo arqueológico muestra continuidad y preexistencia y el vínculo histórico, cultural y simbólico que los Pueblos Originarios mantienen con el territorio. El objeto denominado arqueológico sirve, enlaza, su presencia es necesaria como conector de los miembros de un Pueblo. Partimos de la idea que lo arqueológico no se trata de una serie de objetos inertes sino que está vivo en el pasado y en el presente. Es pensado y significado por los Pueblos Originarios y sirve para el vínculo.

Tal como se había realizado en La Rioja, el simposio se organizó a partir de presentaciones intercaladas entre arqueólogos y referentes y autoridades del ENOTPO, con tiempo para preguntas y debate luego de cada presentación.

Por parte del ENOTPO, participaron de este encuentro académico intercultural: Carlos Flores y Juan Condori (delegados de la Unión de Pueblos de la Nación Diaguita Salta), Lucio Zerpa (autoridad del Consejo del Pueblo Tastil - Salta), Gabina Ocampo (Organización de Educadores Originarios Nan Q’om, Formosa), Miguel Casimiro (delegado de la Red de Comunidades del Pueblo Atacama, Salta), Miguel Gil (autoridad de la Organización Territorial Huarpe Pinkanta, Mendoza, San Juan y San Luis), Nancy Chocobar (Pueblo Chuschagasta, Tucumán), Sandra Giménez (Pueblo Nación Charrúa, Entre Ríos), Mercedes Velárdez (Pueblo Tolombón Nación Diaguita, Tucumán), y Carlos Losa y Martha Ceballos (autoridades OTEPOC, Córdoba).

Es importante mencionar y resaltar los principales aspectos mencionados por los ponentes y discutidos durante el simposio. En líneas generales, hubo tres ejes centrales de discusión: 1) la relación de los Pueblos Originarios con el territorio, 2) la relación de los Pueblos Originarios con lo que la ciencia denomina patrimonio arqueológico, 3) el marco de derecho indígena, con especial énfasis en el derecho a la Consulta y Participación.

La presentación de Juan Condori se enfocó en lo que significa el territorio para los Pueblos Originarios y la diferencia substancial que existe entre la tierra (un inmueble) y el territorio (el lugar de la vida, la identidad y la espiritualidad). El delegado de la Unión de los Pueblos de la Nación Diaguita de Salta explicó que: “El territorio tiene que ver con nuestra identidad. Tiene que ver con la complementariedad de elementos vitales. Tiene que ver con espacios que nos fortalecen, que nos dan una identidad territorial, que nos dan una relación profunda con cada espacio. Nosotros somos una parte más, indivisible, del territorio. Decimos que el territorio no nos pertenece a nosotros sino que nosotros pertenecemos al territorio”.

Condori recalcó que los Pueblos Originarios no somos una cuestión del pasado, sino que somos pueblos y culturas vivas. Criticó que la ciencia se acercó al territorio por años para estudiar a los Pueblos Indígenas como si estos fueran objetos, empleando terminología para clasificar lugares y cosas totalmente ajenas a la dinámica y cosmovisión de los Pueblos. Asimismo, destacó el valor del simposio ya que la interculturalidad es una herramienta fundamental para ir transformando al Estado, y en este caso a la ciencia, e ir acompañando esta transformación de la formación académica que será diferente a partir de estos debates. De acuerdo con Juan Condori, la utilidad del simposio fue el intercambio de diferentes formas de ver y entender la vida y sus elementos, lo que seguramente cambiará el ánimo de alguien que vaya al territorio y sepa que, más allá que tenga el registro de comunidad por parte del Estado, tiene la preexistencia.

La hermana Qom Gabina Ocampo sostuvo que a través del patrimonio se construye y deconstruye políticamente la historia de los Pueblos Indígenas y, considerando que el patrimonio arqueológico de los Pueblos Originarios ha sido apropiado por el Estado y la ciencia, propuso que debemos desandar el camino de la colonización que ha habido sobre los Pueblos, tanto en términos materiales como simbólicos. Gabina sostuvo que el reconocimiento que últimamente hace parte de la arqueología sobre el derecho que tienen los Pueblos Originarios sobre su patrimonio no debe ser meramente declarativo, sino que se debería traducir en la incorporación real de la pluralidad en la ciencia. Destacó que los Pueblos Originarios trabajan afanosamente por descolonizar al Estado y sus instituciones, incluidas las académicas-científicas.

En su presentación, la hermana Sandra Giménez del Pueblo Charrúa debatió sobre la relación entre la arqueología y los Pueblos Originarios, explicando que es importante revisar el rol de los arqueólogos quienes, por muchos casos, han intentado reproducir, a través de diferentes mecanismos y en distintas esferas, su autoridad como los únicos con capacidad profesional y técnica para estudiar nuestros lugares sagrados, restaurarlos o asesorar sobre su potencialidad para el desarrollo turístico. Enfatizó que resulta necesario establecer diálogos y trabajo colectivo entre científicos y Pueblos Originarios que generen producción de conocimiento en conjunto sobre el pasado y la historia indígena, respetando los derechos y vínculos que los Pueblos Indígenas tienen con su herencia cultural y material, y los saberes que han generado históricamente acerca de los mismos.

Miguel Gil también abundó en su presentación sobre la conexión histórica que los Pueblos Indígenas han establecido con su herencia cultural y las tensiones que han mantenido con la ciencia. Reclamó que para poder conocer realmente lo que es un Pueblo Originario se debe entender su cosmología, y esto sólo se puede hacer desde el territorio. Señaló que para poder comprender una cosmovisión diferente hay que vivirla. En este sentido, la autoridad Huarpe explicó que muchos elementos de la vida tienen una concepción diferente en los Pueblos Originarios. Por ejemplo, señaló que el idioma no es solamente para comunicar sino que también es sanación, es comida. Lo sagrado no es solamente un enterratorio, sino también una planta, un animal, una piedra, el barro o el río. Miguel Gil enfatizó que “lo que para nosotros significa un árbol, un animal, no es lo mismo que lo que significa para el Otro blanco y occidental”. Por eso, una disciplina que busca entender a los Pueblos Originarios o su patrimonio material debe introducirse en el territorio para comprender la cosmovisión.

Asimismo, en su presentación Miguel Gil reclamó la devolución de nuestro patrimonio, apropiado hoy día por el Estado y por la ciencia. Señaló que los Pueblos Originarios hemos estado expuestos a esto de vivir estudiados y de que otros (“expertos”, ólogos) hablen por nosotros.“Hoy la situación es otra”, destacó, “hoy hemos decidido tomar la palabra en primera persona. Defender nosotros nuestros derechos. Queremos la devolución de lo nuestro. No queremos que nuestros ancestros sean objetos de estudio”. De manera similar, el delegado de la Unión de los Pueblos de la Nación Diaguita de Salta, Carlos Flores, remarcó que al mismo tiempo que se desarrollaba este simposio sobre arqueología y Pueblos Originarios tenían lugar otros simposios en otras aulas donde se hablaba de nosotros pero como objetos, no con nosotros presentes, alternando las posturas, las voces y buscando el diálogo. Esto demuestra que la arqueología aún tiene un largo camino que recorrer en su relación con los Pueblos Indígenas.

Mercedes Velárdez, del Pueblo Tolombón, también se refirió al tema del patrimonio. Explicó que la palabra patrimonio no tiene que ver con nuestra cultura o con nuestra cosmovisión. Lo que el Estado llama patrimonio, esos bienes culturales y naturales, no son cosas separadas sino que forman un solo elemento que tiene que ver con nuestra cultura y la proyección de nuestra cultura a través de las generaciones. Explicó que el problema es cuando se extraen elementos de ese patrimonio y se sacan del territorio, ya que esto impide desarrollar nuestra identidad territorial y nuestra cultura. Mercedes enfatizó que “hay estudiosos que entran a nuestros territorios, excavan, nos llevan lo que se encuentra ahí, que para nosotros es sagrado. Se han llevado restos mortales que están en museos. Todavía hoy en día estamos reclamando esos ancestros para que vuelvan a nuestro territorio. Esto tiene que ver con nuestra espiritualidad. Nosotros debemos resguardar nuestra cultura para los que vengan”.

En su presentación, Miguel Casimiro desarrolló el marco de derecho indígena y remarcó la necesidad de que las investigaciones científicas desarrollen la Consulta y Participación. Resaltó que los Pueblos deben ser consultados cuando se tomen medidas dentro de su territorio o que afecten sus derechos colectivos y sus formas de vida. Esta consulta debe ser previa. Es decir, no es válida cuando el proyecto está ya en funcionamiento, tal como sucedió con el Proyecto Qhapac Ñan. Además, debe ser una consulta proveyendo información adecuada y con un lenguaje claro para la gente. La autoridad del Pueblo Tastil, Lucio Zerpa, narró en detalle los conflictos que dicho Pueblo mantiene con el Proyecto Qhapac Ñan y la falta de consulta con que se desarrolló el proyecto.

También la exposición de Mercedes Velárdez refirió al tema de la Consulta diciendo que “el turismo ha avanzado demasiado y los estados provinciales han comenzado a tomar nuestro patrimonio como mercancía". Además, enfatizó que los trabajos de investigación realizados sin Consulta están violando nuestros derechos. Tanto Mercedes Velárdez como Lucio Zerpa explicaron que la consulta se hace a la institución y autoridades correspondientes y no a un individuo o familia suelta.

En el cierre del simposio, realizaron presentaciones Nancy Chocobar del Pueblo Chuschagasta y Carlos Losa y Martha Ceballos del Pueblo Comechingón de Córdoba. Nancy Chocobar habló sobre las situaciones de conflicto que se siguen viviendo en los territorios indígenas. Se refirió puntualmente al asesinato de Javier Chocobar en el año 2009 por parte del terrateniente Darío Amín, y al proyecto de creación de un sitio de memoria en el territorio desarrollado durante el año 2015. A través de este proyecto se instalaron una serie de mojones que a modo de monolitos fueron marcando el territorio y retomando aspectos ancestrales de la cultura y cosmovisión del Pueblo Chuschagasta. Su presentación demostró que lejos de ser cosas inertes en el presente, lo que la arqueología denomina sitios y objetos arqueológicos son elementos activos e importantes en las dinámicas de los Pueblos Indígenas. Por su parte, los referentes del Pueblo Comechingón explicaron cómo es la situación actual de los Pueblos Originarios en Córdoba, el reciente reconocimiento que han recibido por parte del estado provincial y la nueva ley provincial de restitución de restos humanos indígenas.

El simposio se vio enriquecido con la participación de arqueólogos, quienes se refirieron al trabajo conjunto e intercultural, y basado en el derecho a la Consulta y Participación, que vienen realizando con distintos Pueblos y comunidades originarias. Este fue el caso de la presentación de Bárbara Carboni y Facundo Petit de Murat, quienes realizaron una crítica reflexiva sobre el papel del investigador en el campo; la presentación de Claudia Amuedo, quién valorizó la importancia de los saberes ancestrales, el trabajo conjunto y la combinación intercultural de conocimientos; la ponencia de Rudecindo Chocobar, Gonzalo Moyano y Francisco Franco, quienes debatieron sobre el desarrollo socio-político de las últimas décadas de la Comunidad Indígena del Pueblo Diaguita de Anfama; la ponencia de los investigadores chilenos Mauricio Uribe, Francisca Urrutia y Fernanda Kalazich debatiendo sobre la relación que mantiene una comunidad Aymara del norte de Chile con su patrimonio cultural y el trabajo colaborativo e intercultural que realizaron entre arqueólogos y comunidad; y el trabajo de María José Figuerero Torres y Guillermo Mengoni Goñalons, quienes expusieron el trabajo de coordinación y edición de un libro sobre el pasado e historia de los Pueblos Tehuelche, Mapuche y Mapuche-Tehuelche de la provincia de Santa Cruz, donde la voz indígena es puesta en primera persona y en primer plano. Asimismo, Félix Acuto (miembro del equipo técnico intercultural del ENOTPO y co-organizador del simposio) realizó la apertura de la jornada efectuando una evaluación crítica de la relación entre arqueología y Pueblos Originarios y proponiendo lineamientos para la relación intercultural y el trabajo conjunto.

Además de los expositores, participaron del simposio un número importante de estudiantes y profesionales de la arqueología, quienes contribuyeron con los debates y enriquecieron la jornada con sus preguntas y opiniones. Sin embargo, y si tenemos en cuenta que participaron del congreso más de 1000 personas y se realizaron en el mismo casi 60 simposios, en la mayoría de los cuales se habló y debatió sobre el patrimonio indígena, podemos afirmar que es aún reducido el número de arqueólogos que busca articular con los Pueblos Originarios. La voz de los Pueblos Originarios es minoritaria en estos congresos donde se debate sobre temas que nos conciernen política, cultural y jurídicamente. Fue especialmente llamativa la ausencia en el simposio Pueblos Originarios y Arqueología. Redefiniendo la relación intercultural y la producción del conocimiento arqueológico de arqueólogos que en lo discursivo reivindican la descolonización de la arqueología y enfatizan sobre la multivocalidad y la interculturalidad, así como también de directores de instituciones que tienen reclamos de restitución aún no concretados, tal como el Museo Etnográfico de la Universidad de Buenos Aires, quienes no se acercaron al simposio a pesar de haber sido invitados a debatir estos temas. 










Fuente: ENOTPO