Ector Reyez, un cacique de estos tiempos en la puna catamarqueña
Ector Reyez, es el cacique de la Comunidad Diaguita- Calchaquí "Los Morteritos", de trescientos habitantes, ubicada en un territorio de 38.000 hectáreas, a 160 kilometros al noroeste de la ciudad de Belén, en una altitud de 4200 m.s.n.m en plena puna catamarqueña. Un Cacique con celular y mail, pero que mantiene intacta la cultura de sus antepasados.
Nos cuenta con humor que "la ignoracia del empleado del Registro Civil", que lo anotó hace 48 años, hizo posible que su nombre sea tan original, es el único Ector, sin hache del país y le agregaron la zeta a su apellido, que no la tenía.
Son apenas trescientos habitantes, en los diferentes parajes o comunidades base, desde El Chango Real, El Portezuelo, las Cuevas y Los Morteritos.
Como máxima autoridad de la primera comunidad originaria de la Provincia que perteneció a la Nación Diaguita, remarcó la lucha que llevan desde el año 1989. "Como comunidad queríamos insertarnos en la provincia como protagonistas y tener una mejor calidad de vida, fuimos saqueados y castigados durante varios siglos y hoy nuestro propósito es revalorizar a nuestros ancestros y vivir de igual a igual. Sabemos lo tortuoso que ha sido para quienes nos precedieron, por eso luchamos para que nos escuchen, y que nuestros hijos vivan bien, en una sociedad no contaminada, valorando nuestras raices y defendiendo la cultura por la que muchos murieron. Somos la otra cara de la Argentina" -sostuvo.
"Vivir allí, en esos parajes, en esas alturas, donde la paz, la tranquilidad y la naturaleza son nuestros compañeros de vida diario; tenemos poca influencia de la gente de la urbe y eso hace nuestro estilo de vida. Por eso al salir de nuestro lugar hacia los centros urbanos el primer choque uno lo tiene con el otro hermano, el que quizás no te entiende, porque nosotros tenemoslas costumbres, las distancias y los tiempos totalmente diferentes. Aunque les cueste creer recien en marzo de 2001 llegó el primer vehículo a nuestra comunidad. Nosotros queríamos tener las mismas posibilidades y condiciones de vida de cualquier ciudadano argentino, no teníamos un camino para que llegue un vehículo, no teníamos luz eléctrica, agua potable ni asistencia médica; solmente la educación primaria"- nos cuenta.
Reyez encabezó el pasado jueves, acompañado de otros cuatro Caciques de comunidades vecinas, de la ceremonia en agradecimiento a la Pachamama, en el marco de la inauguración de las obras de puesta en valor de El Shincal de Quimivil, que preserva un extraordinario conjunto de ruinas arqueológicas incaicas y es el mas importante en su estilo en nuestro país; y que está ubicado en la localidad de Londres (a 260 kilómetros de la capital Catamarqueña), fundada hace mas de cuatro siglos y que es la segunda en nuestro país después de la ciudad de Santiago del Estero, considerada Madre de Ciudades.
Esa mañana había comenzado lluviosa, y como decían las abuelas "algo que comienza con lluvia trae buena suerte"; y así lo resaltó el Cacique Ector que habló de la lluvia como una bendición: "esto es de buen augurio, cuando veía que los organizadores se lamentaban por el estado del tiempo, nosotros les decíamos que era importante que fuese así, que había que agradecer el agua que nos enviaba la Pachamama".
El Cacique cuenta que en Los Morteritos la vida no es fácil, pero "vivimos felices y mantenemos nuestras costumbres, que es lo que nos gratifica; nunca pedimos, exigimos lo que nos corresponde, no estamos dispuestos a seguir sacrificando a nuestro pueblo; En ningún caso podrán privarnos de utilizar nuestras riquezas, recursos naturales, culturales, y lo espiritual. Contamos con escuela primaria y secundaria rural, son escuelas albergues, algunos chicos están a siete horas de los establecimientos educativos" y agrega "Tenemos nuestro propio Tribunal de Disciplina, nuestros chamanes cuidan de nuestra salud (y aclara que si hay enfermedades graves recurren a la medicina moderna). Tenemos luz eléctrica, internet en la escuela, señal de telefonía móvil y algunas familias televisión satelital" y agrega "queríamos insertandos al mundo sin descuidar nuestra cultura, nuestros rituales, nuestras costumbres que seguimos manteniendo".
Un capítulo aparte merece el Tribunal de Disciplina, que está integrado por nueve miembros que entre otras cosas se encarga de sancionar a aquellos que no cumplen con las buenas normas de convivencia en la comunidad, aquí explica que "Entre nosotros tratamos de corregir al que se equivoca, las sanciones generalmente son en base a tareas comunitarias y entonces, si no cumple con lo que determina el Tribunal, llamamos a la policía y le decimos los días de arresto que merece".
Cuenta que están tratando de recuperar parte del idioma Quechua y el Kakán la lengua de los Diaguitas; las comidas ancestrales, muchas a base de quinoa, "que estuvo olvidada por años y que hoy se ha puesto de moda, por lo cual aumentó considerablemente su precio".
En Los Morteritos hay una hosteria y el Cacique explica que "si bien nos gusta recibir visitantes interesados en conocer nuestra cultura, no queremos un turismo masivo. Preferimos que nuestro estilo de vida no se vea alterado"-dice.
Hablar con Ector es tan gratificante que contagia con su paz y serenidad; dan ganas de escucharlo por horas, una sabiduría que heredó de sus antepasados, los que quedaron, los que sobrevivieron, pese al casi exterminio cultural, en la época en que los males de la sociedad moderna no los afectaba y su comunidad vivia en paz antes de que los invasores intentaran destruirla. Pero quedó evidenciado que el amor pudo mas y hoy esa cultura se mantiene intacta y respetada.