Foto: Pablo Stubrin.
Por Franco Mizrahi
La Asociación cumple 39 años y piensa cómo seguir. Casi cuatro décadas en lucha por la recuperación de la identidad. El recambio generacional y las nuevas formas para llegar a la verdad. Estela de Carlotto: “Tenemos relevo”.
Hace casi cuatro décadas, en medio de la brutal represión que desató la dictadura cívico militar, un grupo de abuelas comenzó a reunirse para buscar a los hijos de sus hijos, víctimas del brazo de acero del terrorismo de Estado que los robó. Por su valentía, tenacidad y resistencia, las abuelas se convirtieron en un hito para la humanidad. “Cumplimos 39 años de lucha en un camino muy duro. En ese tiempo hemos ido progresando de manera tal que hemos constituido una asociación con múltiples recursos, con actividades tendientes al encuentro de los centenares de nietos que fueron víctimas de la dictadura así como los restos de sus padres, nuestros hijos”, asegura a Veintitrés la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Barnes de Carlotto. Para conmemorar el nuevo aniversario de la institución se realizó un acto el 25 de octubre, en el ND Ateneo, donde, entre otros logros, se brindó por los 121 nietos recuperados. El proceso para su restitución fue largo. Muy largo. Casi tanto como el recorrido, sembrado de desafíos, que resta andar. Se estima que el Plan Sistemático de Robo de Bebés derivó en unos 500 secuestros de niños.
El último. Maximiliano, hijo de Domingo Menna y Ana María Lanzillotto, el nieto 121.
Uno de los pasos centrales que dieron las abuelas para reconstruir el lazo genético que las une con sus nietos fue la creación del Banco Nacional de Datos Genético, en la década del ’80. “Un hito en el mundo. Allí están registradas las familias de las víctimas que fueron desaparecidas por razones políticas”, explica la referente de la institución. La particularidad del banco es que logró, gracias al impulso de Abuelas, que se cree “el índice de abuelidad”, es decir, que se utilice la sangre de las abuelas y otros familiares –dado que muchos padres están desaparecidos– para confrontar el perfil genético de los nietos robados. El índice se utilizó por primera vez en 1984, y en 1987 el Congreso de la Nación creó el banco por ley. “Desde entonces hasta hoy se fue perfeccionado con nuevas técnicas de la genética”, precisa Estela, quien recuperó a su nieto, Ignacio Montoya Carlotto (Guido), el 5 de agosto de 2014.
“Otro tema muy trascendente fue el avance en el campo jurídico. Por citar un ejemplo de los últimos tiempos, la Justicia aprobó que existió un Plan Sistemático de Robo de Bebés que no fue casual ni espontáneo sino planificado”, recuerda Estela. Y destaca: “Hubo muchos logros. Pero falta. Porque hemos encontrado a 121 nietos, pero la estimación es que deben ser alrededor de 500 los nietos robados”.
Tras casi cuatro décadas de búsqueda, y en pos de seguir recuperando a los hijos de sus hijos, las abuelas tuvieron que modificar estrategias. Los bebés robados hoy ya son adultos. Por eso hicieron del derecho a la identidad una bandera y lo llevaron a las escuelas. “En los tiempos de Néstor y Cristina Kirchner, con el Ministerio de Educación se implementó en las escuelas el reparto de libros y videos con una cartilla didáctica que se entregaba a los efectos de que los maestros enseñaran a sus alumnos sobre lo que es el derecho a la identidad. En esta gestión insistiremos porque hasta ahora el nuevo ministerio no ha ejecutado ninguna de estas ideas. Ya con cierta exigencia les diremos que se debe continuar formando a los jóvenes, a los niños, en este tema tan lacerante para la democracia”, cuenta Carlotto.
La historia del nieto 121
Como sus nietos ya son adultos y muchos de ellos formaron familia, las abuelas ya no sólo visitan escuelas y universidades: “Entendiendo que en los jardines de infantes pueden estar los hijos de nuestros nietos, recurrimos a charlas muy delicadas y amorosas para los chiquitos, quienes pueden llevar el mensaje de una abuela a su casa e interpelar a un papá dudoso y así incentivarlo a saber quién es”, relata Estela.
Las formas de intentar llegar a los nietos son diversas. “Siempre recurrimos al exterior. En dictadura lo hicimos en busca de apoyo moral y económico. Entonces recibimos la protección del mundo europeo, sobre todo. También en los países del norte. Ahora sabemos que los nietos, por la edad que tienen, pueden estar radicados en cualquier lugar del mundo por razones laborales, de estudio o por la ilusión de hacer algún viaje. Hemos encontrado nietos en Holanda y Estados Unidos, por ejemplo. Y recibimos denuncias sobre posibles casos en Francia y en los países escandinavos. Hasta ahí llega nuestro brazo de búsqueda”, señala Estela. “Se ha fundado, por caso, una red europea por el derecho a la identidad. Se puede encontrar en España, Italia y Francia. Esa red permite que un grupo de solidarios habitantes conforme un nodo para recibir a esos jóvenes con dudas y les brinden todos los datos necesarios para que se contacten con el consulado argentino para resolver la extracción de sangre”, agrega la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.
Entre los desafíos, se espera un profundo debate sobre los modos de incentivar a los jóvenes que dudan sobre su identidad para que se acerquen a Abuelas. “Muchos jóvenes con dudas no se acercan a la institución por temor a que sus apropiadores afronten consecuencias judiciales –precisan desde Abuelas–. Esa cuestión se abordará de una manera diferente”. Como las abuelas están cada vez más grandes, piensan en alternativas. Como los apropiadores en su mayoría están cerca de los 70 años de edad, pueden llegar a acceder a la prisión domiciliaria. “Una posibilidad es transparentar, clarificar, los atenuantes de las penas en estos casos. Como incentivo a los jóvenes. No a cambio de información porque eso siempre se rechazó. Sino pensado al revés: buscando que el que tiene dudas sobre su identidad se acerque a Abuelas. Esos debate se van a venir”, adelantan desde la organización.
“Pasaron muchos años, las abuelas envejecimos, quedamos pocas”, dice Estela, y pone en primer plano el recambio generacional que necesariamente se dará en la institución. “Tenemos relevo para que nuestra tarea continúe. Nos acompañan los nietos recuperados que quieren estar en la comisión directiva y otros miembros de nuestras propias familias que seguirán buscando a los nietos que faltan cuando ya no estemos”. El trasvasamiento generacional se está dando paulatinamente: cada vez hay menos abuelas y más nietos recuperados cobrando protagonismo. “Vamos a seguir buscando a los nietos porque no queremos que las abuelas que no los encontraron se vayan de este mundo sin abrazarlos”, dice Estela. “La lucha va a continuar”, promete.
Fuente: Revista veintitres
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